Caídas virtuales. Riesgos nacionales II
Galimatías. 13 de febrero de 2022
Ernesto Gómez Pananá
Expuse la semana pasada algunas ideas en dos binomios:
El Salvador y el Bitcoin.
Justo hace un año, en febrero de 2021, en esta columna escribí sobre El Salvador y Nayib Bukele, su actual presidente. Retomo:
Hijo de un migrante palestino, Bukele se postuló para alcalde de San Salvador en el 2015 y gobernó tres años con cierta eficiencia, con arrojo y ya desde entonces dejaba ver sus modos de ejercer el poder: un gobierno unipersonal, un nulo respeto a los otros dos poderes y una confrontación con un amplio sector de la prensa.
En 2018, terminó su gestión como alcalde, de postuló para presidente y lo logró. Un político joven ganó en un país mayoritariamente joven, con el voto y la admiración de miles de jóvenes que también nacieron en la era del internet y a quienes les habla en su idioma y con sus códigos. El twitter es herramienta para informar de acciones contra el COVID, para anunciar reformas legales e incluso para despedir funcionarios. Un mandatario milenial.
Como una muestra de esa visión millennial del presidente salvadoreño, hay que intentar comprender ahora cómo, en septiembre del año pasado propuso -y “su” poder legislativo aprobó- una ley para convertir al bitcoin en una moneda de uso legal. Los salvadoreños usaban el dólar como su moneda nacional. Hoy también el bitcoin es moneda nacional en aquel país.
¿Qué significa esto? El Salvador es el primer país en el mundo en reconocer al bitcoin como una moneda que puede usarse en cualquier compra o pago de servicios entre particulares o empresas, pero también que la reserva financiera de aquel país, esa que decíamos en la columna anterior, se mantiene en oro o dólares, en El Salvador se podrá mantener también en criptomonedas, con todos los riesgos que esto conlleva, además de tener aquí una gran paradoja: las criptomonedas surgen para operar fuera del control de gobiernos, pero es de un gobierno nacional, el de Bukele, que recibe una sustanciosa inyección de dólares -para comprar e invertir en bitcoins- además del significativo espaldarazo que -como quiera- significa ser respaldado abiertamente por un estado nacional. Si el bitcoin crece y se fortalece, posiblemente la economía de El Salvador mejore. Si por el contrario, el bitcoin pierde o se hunde, se llevará a ese fondo a los salvadoreños. En un click.
Rusia y Facebook.
El caso de Rusia y Putin tiene paralelismos con El Salvador. La semana pasada expuse algunos trazos de la intervención de Putin para favorecer a Donald Trump. La estrategia para posicionar a la Rusia actual en el contexto internacional actual parece clara, incidir en un escenario post Guerra Fría a través de estrategias en redes sociales e internet.
La visión de Putin lo llevó, por ejemplo, a comprar el año pasado -desde luego con dinero estatal- la mayoría de las acciones de la red social VKontakte, el Facebook ruso que reporta más de cien millones de usuarios en la actualidad. Aquí la paradoja del ruso, pues si bien su gobierno usa redes sociales para incidir en el exterior, él en lo personal no hace uso de ellas, tampoco del internet o de teléfonos inteligentes. Son inventos de la CIA, ha expresado.
Es deseable que Rusia no invada Ucrania y no tengamos una nueva guerra en la zona -y en Europa- y será interesante ver cómo el gobierno ruso utiliza la coyuntura para crecer en alianzas y lealtades a partir de propaganda en redes: al igual que en muchos otros casos a lo largo de la historia, esta guerra es más bien un pretexto para posicionamiento político y propaganda ideológica, y para persuadir a personas en otras naciones, nada mejor que el internet.
Oximoronas. La vida “ha sido generosa” con La Maestra Elba Esther. La CNTE en Oaxaca no tanto. Sea por insensibilidad, cinismo o franca provocación, cuánto daño sigue haciendo al país un personaje como este.
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