Relatividad

 Galimatías. 15 de octubre de 2023.

Ernesto Gómez Pananá 


La invención de Cronos es una de las primeras películas de Guillermo del Toro. La trama gira en torno de un artefacto fascinante que permite la vida eterna, el control del tiempo.


El tiempo, eso tan absolutamente intangible y a la vez tan inevitablemente voraz. Con frecuencia, respecto del tiempo solemos decir “qué rápido pasó este año” y es cierto. Para un niño de un año, llegar a dos -es decir, un año más- implica incrementar si edad al doble, duplicarla, 1/2 más 1/2 (un medio más un medio) en términos proporcionales eso es mucho, sin embargo, un año más para un niño de nueve implica una décima parte más, 9/10 más 1/10 (nueve décimos más un décimo). Para alguien de 59, un año más es una sexagésima parte del total del tiempo vivido. Un parpadeo. Por esa razón entre más años hemos vivido es que sentimos que cada año pasa mas rápidamente.



El día de ayer, en algunas regiones de México pudimos experimentar un fenómeno astral muy particular: la luna se interpuso entre el sol y la tierra y se generó la obscuridad en horas no habituales, las gallinas y gallos cantaron y las plantas nocturnas cerraron sus hojas como si hubiera llegado la noche. Se trató de un eclipse solar anular para ser más preciso. 


Existen tres tipos de eclipses. El parcial; el anular, como el del sábado reciente; y total, como el que pudimos observar quiénes ya habitábamos en el planeta -específicamente en nuestro país- en el año 1991. Si estimades once lectores, hace treinta y dos años. En aquel entonces este diletante columnista era un mozo en primer año de la universidad con diecinueve años a cuestas. Hoy tengo casi el triple de entonces. Cincuenta y uno para ser precisos. Literal “toda una vida”.



Si bien los eclipses suceden recurrentemente, pueden pasar entre 300 y 400 años para que un acontecimiento como este sea visible desde el mismo punto geográfico del planeta. Son sucesos que quedan para la historia de las sociedades y también para las historias personales. Aquel julio de 1991 encontrábame yo terminando el primer año de licenciatura de la la mano de Bernardo Méndez Lugo, amable lector de estos textos semanales pero antes que ello Maestro de vida y gran ejemplo. A la par de la universidad, dedicaba yo el tiempo con fruición a mis entrenamientos en la alberca pero también a seguir la prensa y -ya desde entonces- jugar al análisis de la realidad mexicana y sus nichos de oportunidad.


De 1991 a 2023 la tierra ha girado treinta y dos veces alrededor del sol. Treinta y dos primaveras, veranos, otoños e inviernos. En 1991 éramos poco menos de 90 millones de habitantes en el país. Hoy somos más de 125 millones. En aquel entonces ni imaginar el internet, las videollamadas, los autos eléctricos o la extinción del partido único. Tres décadas y dos años después, casi todo esto es una realidad aunque, como con el eclipse, baste ponerse los lentes para confirmar que bajo este sol y a pesar del tiempo, muchas cosas siguen y seguirán siendo endemoniadamente iguales.


Oximoronas 1. Gracias a Keny y Adolfo -y a Romi- extraordinarios anfitriones. 


Oximoronas 2. Próximo curso en nuevos  emprendimientos. Incluye especialización en lonas, botargas y fondeo. Cupo limitado a 4 personas. Bueno no, a 6. Mejor a 7.


Oximoronas 3. La guerra en Medio Oriente será larga y sangrienta. Ironía que el principal beneficiado del ataque de Hamas sea si, el primer ministro de Israel. También allá se valen las alianzas vergonzantes.

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