Elefantes
Galimatías. 26 de junio de 2022
Ernesto Gómez Pananá
Todo lo acumulado desde julio de 2018 a la fecha, son experiencias sociales y políticas absolutamente inéditas. La sucesión -la determinación de quién será la “corcholata” que llevará Morena para el 2024- también: vimos cómo inició y va abriéndose con fuerza. En orden alfabético Ebrard Casaubon, López Hernández y Sheimbaum Pardo. Monreal por dentro no tiene ni reflectores ni tampoco bendición, aunque también cuenta.
Elefante en la Sala
Según numerosas encuestas, Ebrard es el aspirante con mayor reconocimiento y si bien no es mucho mayor en edad que los otros dos suspirantes, si acumula una más larga carrera en el servicio público. Fue secretario general en el PRI del entonces Distrito Federal durante el sexenio de Salinas, encabezando la recuperación de la capital para su partido y en 1992 pasó a número dos de la entonces regencia que encabezaba Manuel Camacho. De ahí paso a fugaz Subsecretario de Relaciones Exteriores y posteriormente voló a Chiapas como parte del equipo oficial “sin cargo” que dialogó con los zapatistas. Más adelante fue Secretario de Desarrollo Social y de Seguridad Pública, después seis años Jefe de Gobierno ahí mismo en la capital del país. Hoy no es únicamente canciller sino también el operador político más efectivo: sean pipas, vacunas, caravanas migrantes, cumbres o refugiados de Afganistán, Marcelo va a todas. Su problema, ya lo dijo él mismo en Toluca, es que pide piso parejo y si lo dice, es -supongo, solo supongo- porque siente que no lo hay.
Marcelo es el perfil más sólido en el servicio público, también el más identificado en el país: si las “encuestas” valoraran tales capacidades, Marcelo sería por mucho ese elefante en la sala que resulta inevitable mirar e impulsar.
Elefante Blanco
El actual secretario de gobernación fue una corcholata de incorporación más reciente. Hombre leal al presidente, amigo, hermano y soldado, dejó Villahermosa para despachar en Bucareli y ocupar sus ocho horas libres de cada día en promover su interés futuro. Así lo ha hecho: en diferentes ciudades del país se han visto lonas con el lema “Adán va”y su fotografía alzando las manos. Adán es un hombre singularmente alto, diría que arriba de un metro con noventa, imposible no verlo. Será muy interesante ver su papel en los próximos meses. Tiene por un lado una responsabilidad enorme que atender como primer secretario, ni las 16 ni tampoco las 24 horas del día alcanzan. Por otro, debe remontar en reconocimiento y preferencias. En propuestas. Necesita confirmar que es contendiente y no únicamente un convidado de piedra, un elefante blanco sin función.
Elefante Rosa
Claudia Sheimbaum es actualmente jefa de gobierno de la Ciudad de México, antes fue Jefa Delegacional en Tlalpan y Secretaria de Medio Ambiente. Es doctora en física con estudios en la UNAM y en la Universidad de California en Berkeley. Fue parte del movimiento estudiantil universitario que se opuso al rector Carpizo, a la cancelación del pase automático y a las cuotas. Es, a decir de muchos, la corcholata preferida del presidente, su elefante rosa: la apoya, la impulsa, la cuida, es una fuerza a su favor. En su contra tiene el accidente de la línea 12 y el incremento de la presencia del narco en la Ciudad de México, una ciudad que fue vanguardia favoreciendo a candidatos de izquierda pero que en el 2021 se mostró inconforme en las urnas. No basta con ser el elefante rosa del presidente. Es necesario mayor reconocimiento para prender en el electorado el entusiasmo. El presidente ya no estará en la boleta.
Elefante en Columpio
Adán, Marcelo y Monreal tienen dos características en común. La primera, son operadores políticos cercanos al presidente. La segunda, que los tres iniciaron su carrera política militando en el PRI, y en parte por ello, conocen bien de los rituales, lealtades y disciplinas necesarias para avanzar, escalar -o trepar- en política, conocimientos que en cierta medida aplican en cualquier otro partido.
De los tres, Monreal tiene además el “mérito” de ser el primer gobernador de origen priísta que llega a gobernador por otro partido. Sabe bien de rupturas ganadoras.
Era 1998 y se llevarían a cabo elecciones de gobernador en Zacatecas, Ricardo Monreal, para entonces diputado federal por el partido prácticamente único -el PRI de entonces- quiso registrarse como precandidato a la gubernatura pero el presidente -Zedillo en aquel tiempo- no lo permitió. Monreal renunció, acordó ir como candidato del PRD, entonces presidido por el hoy presidente AMLO, y se convirtió en gobernador de su estado, cuesta arriba y contra el régimen. Insisto: Sabe de eso.
Hoy, leídos los signos dichos y también los no dichos, el senador zacatecano se balancea en su columpio, esperando, atento al momento en que tuviese que tomar una decisión y saltar a otro columpio.
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